Consideraciones sobre el sufrimiento

Del sentimiento trágico de la vida, se titula un libro escrito por Miguel de Unamuno. Lo leí a la par con la Salvifici doloris de Juan Pablo II y el Vía Crucis de San Josemaría Escrivá. El elemento común en los tres libros es el sufrimiento. Mi conclusión: ¡cómo pesa la existencia! Sin embargo, como decía Nietzsche, quien tiene un por qué, no le importa el cómo.

La vida humana es una batalla constante; mas la batalla final... Sí que es difícil: ¡nos jugamos la eternidad de manera definitiva!  Nos pasamos la vida esperando la eternidad. Hay dos formas de esperarla: pasiva o activamente, no hay otra manera. En Colombia decimos que camarón que se duerme se lo lleva la corriente; ya verá cada quien si se deja llevar por la corriente, o le hace frente en espera de la eternidad.

Muchos nos preguntamos por la eternidad. Pero no cabe en cabeza mortal alguna: ¡es tan grande como indescriptible! Cien años son nada comparados con ella, he pensado. Mas, ¿quién alcanza a vivir un siglo? Conozco sólo una persona que ha vivido ese tiempo ¡una persona! Ahora: ¿qué son setenta u ochenta años que son el promedio de edad que alcanzan a vivir actualmente las personas?

La pesadez de la existencia tiene sentido en la medida que exista vida después de la muerte; en tanto exista la eternidad. Me pregunto ¿cuál es el sentido de la existencia de quienes no creen en la vida futura? ¡Pesa la existencia esperando en la eternidad; siendo cristianos! ¿Cómo pesará, entonces, no esperándola; sin qué ocuparla con intensidad? ¡Qué vida tan desdichada! Cuando vivimos para alcanzar éxitos temporales, lograr estos es el acabarse de la vida. ¿Por qué luchar? Y sin embargo, la gente que así vive sigue habitando el mundo pero ¿viven? o ¿están muertos en vida! 

La verdad es que no tiene nada de malo pasar una mala noche, en una mala posada (como decía Teresa de Jesús), si se espera un nuevo amanecer para encontrar una posada mejor: ¡una posada excelente! Pero si una y otra vez pasamos una mala noche, en una mala posada, y no hay amanecer ¿qué tiene de eso de bueno? Definitivamente, no habría ningún aliciente para soportar la mala noche en la mala posada, si no hubiera una suite esperándonos, si después de esa desdicha no viniera a nosotros la dicha.
 
La vida (una mala noche en una mala posada), tiene sentido en la medida en que exista la eternidad (¡la suite!). Pero, cuando esa mala noche no me aporta algo que valga la pena ¿qué sentido tiene? Pensándolo bien, sólo tiene sentido el sufrimiento, en la medida en que nos acerque a la Vida Eterna. ¡Imposible para nosotros! La Iglesia Católica, como ninguna otra institución, enseña que la única forma de acercarnos con nuestro sufrimiento a la vida eterna, es uniéndolo al Sacrificio Redentor de Cristo en la Cruz, y la única manera que tenemos para unirnos al Sacrificio Redentor de Cristo en la cruz es la Eucaristía ¡en tiempo real! ¿Cómo? Poniendo en el altar toda la vida, ella adquiere sentido de eternidad.

Hay quienes creemos todo lo anterior en virtud de la Fe. Esta, como toda virtud, requiere de un movimiento libre de la voluntad. Y ¿por qué hay quienes libremente decidimos acoger esta doctrina? Pensándolo bien, tiene sentido el planteamiento, aún para aquellos no-cristianos, pues, si todo en la vida está ordenado a un fin, el sufrimiento está incluido dentro de ese orden y bajo ese supuesto,  el sufrimiento está ordenado a dirigirnos al fin supremo: la felicidad, la vida eterna que Cristo ganó para TODOS los hombres hace dos milenios.

Comentarios

  1. Que interesante tema, en verdad tan poco hablado ( hasta por los propios curas, al menos aca en Argentina) pero tan necesario de oir en todas las epocas, especialmente la nuestra donde el hedonismo y el placer por el placer mismo junto al culto de la eterna juventud, pareciera acallar nuestra realidad mas concreta: nuestro ultimo fin la muerte....para la Vida Eterna. Felicitaciones por el articulo, nueva amiga colombiana..

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