II. Urge reivindicar el papel de la mujer como mujer: Edith Stein y Simone de Beauvoir *
* Artículo publicado en la Edición No. 2 de
Revista en línea Sin-Tesis, pp. 157 – 168. Noviembre de 2020
Dominación vs cooperación: las relaciones hombre-mujer
Las relaciones
hombre-mujer, sea cual sea su naturaleza deberían desenvolverse como lo hace un
equipo. La teoría del equipo no es la dominante en la sociedad actual y por eso
ocurre el fenómeno de la instrumentalización de la mujer. Edith Stein llama la atención sobre lo que
ocurre frecuentemente en las relaciones hombre-mujer y señala que en ellas “aparece,
también, el dominio brutal que es la degeneración del señorío del hombre. La
mujer es, según el orden originario, compañera y ayuda (…) pero en el estado
del pecado, esta relación de mutua ayuda ha sido desplazada por una relación de
dominio, ejercitado a menudo brutalmente, de tal modo que no se pregunta ya
cuáles sean los dones naturales de la mujer y cuál su mejor desarrollo; se la
considera como medio al servicio de una obra o como satisfacción de una pasión.
Así sucede que el déspota se convierte en esclavo de la concupiscencia y por
eso esclavo de la misma esclava, que es para él fuente de placer”
Por su parte Simone de
Beauvoir piensa que “si la relación original del hombre con sus semejantes
fuese exclusivamente una relación de amistad, no se podría explicar ningún tipo
de servidumbre: este fenómeno es una consecuencia del imperialismo de la
conciencia humana, que trata de cumplir objetivamente su soberanía. Si no
hubiese en ella la categoría original del Otro, y una pretensión original de
dominar a ese Otro, el descubrimiento del útil bronce no habría podido
comportar la opresión de la mujer”
La puesta en escena
insinuante o el cuerpo desnudo de una mujer son un gancho para atraer
consumidores, es así como “la sociedad misma exige a la mujer que se haga
objeto erótico. La finalidad de las modas, a las cuales está esclavizada, no
consiste en revelarla como individuo autónomo, sino, por el contrario, en
separarla de su trascendencia para ofrecerla como una presa a los deseos
masculinos”
Existen otros escenarios
más sutiles en los que las mujeres se convierten en objetos: saltan a la vista
en las redes sociales innumerables perfiles personales con esta tendencia, para
Beauvoir “el narcisismo es un proceso de enajenación bien definido: el yo es
planteado como un fin absoluto y el sujeto se hunde en él”
Estas mujeres se tratan a
sí mismas como si fueran un objeto de consumo y se ponen a la vista de todos en
busca de aprobación, “la belleza exige cuidados, es un tesoro muy frágil; la
hetaira depende estrechamente de su cuerpo, al que el tiempo degrada
implacablemente; por eso, la lucha contra el envejecimiento adopta para ella el
más dramático de los aspectos. Si está dotada de un gran prestigio, podrá
sobrevivir a la ruina de su rostro y de sus formas. Pero el cuidado de esa
fama, que es su bien más seguro, la somete a la más dura de las tiranías: la de
la opinión”
En esas condiciones, las
relaciones hombre-mujer terminan siendo pasajeras y sin compromiso, “las
relaciones entre los dos sexos manifiestan de modo horroroso los efectos del
pecado original: la vida sensual desenfrenada en la que parece perdida toda huella
de vocación superior”
“Toda la vida de la hetaira
es una exhibición: sus palabras, su mímica están destinadas, no a expresar sus
pensamientos, sino a producir un efecto”
Por eso, hoy en día la
sexualidad humana es equivocadamente asumida como mera reproducción humana y se
llevan a la práctica métodos que son llamados equivocadamente planificación
familiar. “Hemos recordado anteriormente que la mujer, por sus dones, es más
propensa a la unilateralidad y al atrofiamiento de algunas energías. Sus
características particulares suponen un peligro específico: el conocimiento
abstracto y la actividad creativa son en ella más débiles que el deseo de
poseer y gozar de los bienes terrenos. En esto radica el peligro de atarse sólo
a ellos (…) se sumerge en una vida instintiva falta de todo tipo de
espiritualidad y actividad. Ello la lleva a desnaturalizar su relación con el
hombre: si él brutalmente la domina amenazando su posición de compañera libre y
amorosa, ella misma, en cuanto esclava de sus instintos, llega a favorecer esta
reducción a esclavitud por parte del hombre”
No se planea la familia por
el hecho de que la mujer consuma sustancias que impidan un embarazo o lo
terminen abruptamente: “con frecuencia es el propio seductor quien convence a
la mujer para que se desembarace del niño. O bien la ha abandonado ya cuando
está encinta, o ella quiere ocultarle generosamente su desgracia, o no
encuentra a su lado la menor ayuda”
A pesar de eso, muchas
aseguran que se trata de uno de los logros más importantes de la causa
feminista, aunque sea una práctica a todas luces esclavizante y de la que se
desprenden efectos altamente nocivos para las mujeres y ampliamente conocidos
en la sociedad. Para Horkheimer, “a partir de ahí el amor pierde su base (…) es
la aceleración de la pérdida del anhelo y, a la larga, la muerte del amor (…)
Con la píldora, la industria farmacéutica moderna (…) ha convertido a la fuerza
reproductiva humana en una fuerza manipulable”
Existen otras prácticas de
la que pocas personas hablan y giran en torno al dominio de la mujer sobre su
cuerpo: basta que conozca cómo funciona, comparta este conocimiento con su
compañero y éste quiera respetar tal dominio. A diferencia de los otros
mecanismos el cuerpo de la mujer no es intervenido arbitrariamente con fines
egoístas, además es tratado con respeto y conforme a su dignidad. La sexualidad
humana es un encuentro personal en el que dos seres se dan por completo a sí
mismos, “darse amando, llegar a ser completamente propiedad de otro y poseer a
este otro es un profundo anhelo del corazón femenino”
Urge cambiar la mentalidad.
Es necesario empezar a concebir las relaciones humanas como relaciones de
cooperación, porque “la vida en común de dos seres libres es para cada uno de
ellos un enriquecimiento, y en las ocupaciones de su cónyuge encuentra el otro
la garantía de su propia independencia”
Bibliografía
Beauvoir, S. d. (1999). El segundo sexo. Buenos
Aires: Penguin Random House Grupo Editorial.
Stein, E. (1998). La mujer. Su naturaleza y misión. Burgos: Monte Carmelo.
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